Hace unos meses me regalaron una sorpresa: Mi primera cita con Saburo Teshigawara y su compañía Karas.
Fue en el teatro Central en una noche mágica donde vimos materializado un concepto de danza sugerente y visual llevado al extremo. Hoy, de entre los miles de papelillos sueltos que hay en el cajón desastre de mi bolso, encontré uno que se refería al folleto de la obra. En él explican cómo han pretendido reflejar y multiplicar lo que vemos, lo que imaginamos intensamente creando una dimensión diferente al mundo real. Algo aún desconocido. Que no se puede saber de forma certera. Pero algo tan cierto.
De forma instintiva había guardado aquel trozo de papel para entender su significado llegado el momento y es obvio que no hay nada casual en ninguno de estos lances.